jueves, 1 de noviembre de 2012

El secuestro de Gala Placidia llevó a los visigodos a Hispania

Gala Placidia
Un antiguo pueblo que formó parte de las tribus godas de origen germano protagonizaron uno de los momentos históricos más importantes de la historia de Europa, siendo los responsables del primer saqueo de Roma en tiempos del imperio y de convertir a Barcelona en la primera capital de su imperio visigodo.

El nombre "visigodos" procede de la unión de dos palabras germanas -west- que significa oeste y -ghotus -que significa godo-. Con ese nombre se designaba a los pueblos germánicos que habitaron las zonas occidentales europeas en contraste con los ostrogodos, quienes ocuparon inicialmente las tierras que circundaban el mar Negro, es decir, lo que ahora es Ucrania y Bielorrusia.
La población visigoda se caracterizaba por su fortaleza y resistencia. Los hombres eran extraordinarios jinetes y hábiles en las artes de la lucha y  la guerra. El emperador Teodosio, quien observó esas cualidades decidió incorporarlos en el ejército romano, pero hacia el año 395 d. C. , los visigodos eligieron a su propio rey, Alarico I e iniciaron el camino de su independencia.

Fue en el año 410 d. C. cuando las tropas de Alarico I entraron en Roma para saquearla, que por aquel tiempo estaba gobernada por Honorio, uno de los hijos del emperador Teodosio. Tanto Alarico como sus tropas se hicieron con numerosas posesiones y pasaron por la espada a más de un pobre romano, pero no conformándose con esto, Alarico decidió secuestrar a la hermana del emperador, Gala Placidia, para después dirigirse hacia el sur, hacia Hispania y el norte de África pasando por tierras francesas en busca de riquezas. Sin embargo, Alarico murió al llegar a Calabria.

Le sucedió su cuñado, Ataúlfo, quien heredó entre otras cosas una prisionera que pertenecía a la familia gobernante del imperio romano. Transcurrieron cuatro años en los que los visigodos atravesaron lo que ahora es Francia en dirección Hispania. Podemos sospechar, porque pruebas de ello no hay muchas, que prisionera y rey pasaron muchas horas juntos en las que pudieron compartir muchas cosas. Algunos textos dicen que Ataúlfo la llevaba atada por el pelo a la cola de su caballo, pero lo cierto es que en algún momento se convirtieron en amantes, porque cuando llegaron a Narbona, corría entonces el año 414, ambos contrajeron matrimonio. Algunos historiadores piensan que se trató de un acuerdo político, otros por el contrario, se decantan por la versión más romántica de la historia, es decir, que realmente se enamoraron.


Teodosio I el Grande, padre de Gala Placidia
Ya fuera por un motivo o por otro, lo cierto y pruebas de ello sí que hay, a la boda asistieron tanto romanos como visigodos, por otra parte, según las crónicas, la fiesta alcanzó grandes proporciones y destacó que Ataúlfo se sentó en un lugar que quedaba por debajo de su esposa. La explicación nos conduce de nuevo a la controversia. Para unos, eso manifestaba el sometimiento del rey visigodo a los romanos, para otros, el amor que le profesaba a su esposa y el deseo de mostrar ante sus súbditos que ahora le debían obediencia.

Volviendo a la fiesta, sabemos que Ataúlfo entregó numerosos regalos a Gala Placidia, su amada, mientras los invitados disfrutaban de los placeres que los recién casados les habían preparado. Ya fuera al estilo romano, reposando estirados sobre un brazo, o al estilo visigodo, lo cierto es que según parece la diversión y los excesos fueron los protagonistas. Los visigodos habituados a comer grandes cantidades de comida, se entregaron al exceso en el copioso menú que su rey les había preparado. Carnes asadas con salsa y especias digestivas, grandes cantidades de bebida, los condujo con el fin mostrar su agradecimiento (costumbre entonces de aquellos pueblos germanos) a dejarse llevar por las flatulencias y los eructos.


Escultura de Ataúlfo situada en la plaza de Oriente de Madrid



Posiblemente, influenciado por Gala Placidia, Ataúlfo decidió establecer una residencia fija con su corte para reinar sobre sus posesiones y súbditos y el lugar elegido fue Barcelona, ciudad a la que  llegaron en el año 415. Fue así como Barcelona (entonces Barcino) se convirtió en la capital del reino Visigodo. Del amor de la pareja nació un niño al que llamaron Teodosio, en memoria del abuelo del crío. Pero Ataúlfo fue adquiriendo peligrosamente estilos de vida más romanos lo que le trajo algunos enemigos quienes interpretaban en ello la mala influencia que Gala Placidia ejercía sobre su rey y el sometimiento progresivo de éste a Roma.

La felicidad del matrimonio no duró mucho, el niño murió envenenado uno meses después, siguiéndole poco más tarde su padre Ataúlfo, siendo asesinado en las cuadras en las que guardaba su caballo. Se cree que quien lo hizo o conspiró para que esto sucediera fue su sucesor, Sigérico.

Gala Placidia pasó a ser de nuevo prisionera habiendo perdido a su marido y a su hijo. Esta vez, la prisionera fue brutalmente humillada por Sigérico, atada y obligada a ir delante del caballo junto a otros romanos prisioneros a las afueras de la ciudad en donde se encontraban parte de las tropas que Ataúlfo había dejado allí. Pero el reinado de Sigérico duró siete días, una semana, porque  fue asesinado. Le sustituyó Valia, elegido por el consenso de sus súbditos, éste protegió a Gala Placidia hasta que finalmente fue rescatada por el general de su hermano Honorio, Constancio, para volver definitivamente a Roma.

Barcelona no ha olvidado este importante momento de su historia y por ello recuerda a la pareja que la convirtió por primera vez en capital de un imperio, el visigodo. Por ello, las autoridades municipales han bautizado con sus nombres una calle y una plaza de la ciudad. La calle de Ataúlfo está en el caso antiguo, en la ciudad vieja, desgraciadamente lejos de la plaza de Gala Placidia, situada en el ensanche, cerca de la Vía Augusta.



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