viernes, 17 de agosto de 2012

Vivir en Barcelona en el siglo XV

Calle dels Aguilers en Barcelona. Está en lo qu era el barrio
de la Ribera. Este barrio fue la zona de mayor actividad económica
en los siglos XII al XV
A comienzos del siglo XV, Barcelona era una ciudad europea rebosante de prosperidad y actividad económica. Mercaderes y marineros poblaban la ciudad y apenas había espacio para los jardines y de ocio y al recreo. Por doquier habían talleres, artesanos y vendedores ambulantes. Tanto era así, que incluso prohibieron que los carruajes circulasen por las zonas comerciales de Barcelona. Tan sólo, como suele ocurrir, podían hacerlo algunos privilegiados pero a caballo.
Tras la murallas los campos dominaban el paisaje, que en su mayoría, al menos en las zonas más cercanas, eran pequeños huertos y zonas de cultivo mayoritariamente de viña, aunque también se cultivaban rábanos, calabazas, espinacas, coles y frutas. Algunas familias que residían en la ciudad poseían pequeños huertos cuya producción contribuían a mejorar la alimentación familiar.

Si un residente de la Barcelona del siglo XV quería ir a comprar lo hacía en las plazas, lugar en el que las personas que tenían algo que vender se instalaban. En la plaza del Oli, cercana a la calle Bòria, se vendían aceites, huevos, gallinas y queso de Mallorca. El queso procedente de la isla era muy apreciado entre los barceloneses.

En el siglo XV, la alimentación de los estamentos medios y trabajadores era a base de pan y de vino, comer gallinas estaba considerado todo un lujo y al alcance de muy pocos. En la plaza del Blat, la actual plaza del Àngel, se podía comprar harina y trigo, cereales con los que las amas de casa podían cocinar pan. Las personas de finales del medievo también comían frutas y verduras, aunque se las acostumbraba a reservar para las ocasiones de fiesta, es decir, que pocas eran las veces que se consumían. Sin embargo, si había que hacerlo, el lugar donde se podían adquirir era en la plaza Nova. Para comprar pescado había que ir al barrio de la Ribera, justo donde hoy en día está el parque de la Ciutadella. Si uno quería comprar vino debía ir a las tabernas.


Fachada de la iglesia de Santa María del Mar, situada en el barrio de la Ribera, en pleno centro comercial del siglo XV, ante de llegar la decadencia económica provocada por las epidemias. La basílica es de estilo gótico y una de las más bonitas de la ciudad. La construyeron entre 1329 y 1389 exclusivamente para loa feligreses de la zona que fueron quines la sufragaron.



Como he indicado antes, el pan y el vino eran la dieta fundamental y diaria de las personas de aquella época en Barcelona, otros alimentos podían formar parte también, pero con menos frecuencia. Los barceloneses del XV llamaban a esos alimentos compagne o condumio.

Como sucede en la actualidad, la mayor parte del presupuesto familiar se iba en la comida. Aproximadamente, un hombre podía ingerir un kilo y medio de pan diario y un litro y medio de vino; una mujer se conformaba con tres cuartos de kilo de pan y casi un litro de vino.

Las madres también debían comprar ropa, para ellas y para sus hijos, que acostumbraban a ser bastantes, aunque pocos llegaban a la edad adulta. La ropa de las clases medias y trabajadoras solía ser de lana, ropas sencillas y humildes, pero que abrigaban en invierno.

Por el contrario, los hombres tenían que apañárselas y comprarse su ropa. Ellos estaban obligados a proporcionar los ingresos necesarios a la familia, fuera en metálico o en especie, aunque también ellos eran los dueños de los bienes familiares. No era habitual que las mujeres trabajaran fuera de casa, normalmente, su aportación económica era la dote. En los casos en los que las mujeres de Barcelona trabajaran, lo hacían cosiendo, hilando en algún taller. Si una mujer trabajaba era porque su marido había contraído alguna enfermedad que le impedía hacerlo o porque  era marinero y durante las ausencias de éste debía ella conseguir los ingresos.

Pero eran ellas las que mandaban en casa, las que la administraban incluyendo el dinero, que en muchas ocasiones no era del agrado de los maridos. Debido a ello, era habitual que se las calificara de ladronas y hubieran discusiones de diferente intensidad, que en alguna ocasión llegó a los tribunales de Barcelona.

Este sistema de vida de la Barcelona del siglo XV se vería gravemente dañado hacia mediados del siglo, dando inicio a un período de decadencia económica, de epidemias constantes, la más recordada y mortífera, la peste negra y todo ello, desembocó en graves conflictos sociales, en guerras y en la pérdida de parte del poder político  y financiero de la ciudad en el conjunto de la Corona de Aragón.





Por si todo eso fuera poco y como si de una anunciación de catástrofes fuera, el 2 de febrero de 1428 la ciudad padeció un terrible terremoto, que entre otros destrozos, hizo caer el rosetón de la iglesia de Santa María del Mar provocando la muerte de veintidós personas.

En poco tiempo, Barcelona pasó de tener más de treinta mil habitantes a tan sólo veintidós mil.



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