domingo, 22 de julio de 2012

¿Quién mató a Stalin? Segunda parte

Lavrenti Beria con la hija de Stalin
Hoy continuamos con la segunda parte del artículo en el que intentamos mostrar algunas pistas para determinar si Stalin fue asesinado o murió de muerte natural.

El siguiente en la lista de sospechosos fue el hombre que heredó el poder de la Unión Soviética tras la muerte de Stalin, Nikita Jrushchov, un campesino analfabeto que en los años treinta se convirtió en Gobernador de Moscú. Durante el día liquidaba a los enemigos del pueblo, mientras que por las noches era el bufón de Stalin. Según dijo en una ocasión, "si Stalin dice que bailes, un hombre juicioso baila" y así eran las largas y humillantes noches en las que bebían sin parar hasta caer al suelo. El ritual de cada noche era ver westerns americanos sin traducción, películas que no entendían lo que decían, pero que a Stalin le encataban. Podía verlas 30 ó 40 veces y todos sus ministros tenían que verlas con él. Después se dirigían a la  dacha del jefe, hacia la una de la madrugada para comer y beber. Era aquí donde el dictador desarrollaba su juego de pruebas con sus colegas. Le gustaba emborracharlos y escuchar lo que decían. Una de sus pruebas era la de decir que era ya muy viejo para dirigir el país y que renunciaría a su cargo, posteriormente, escuchaba lo que le decían. Si a alguien se le ocurría darle la razón, esas eran sus últimas palabras.

A principios de los cincuenta, antes de su muerte, las cenas solían acabar con una amenaza, siempre la misma, les decía que se habían hecho viejos y que los iba a sustituir a todos. Un día, Jrushchov confesó que un invitado saliendo de una de esas veladas le dijo: "cuando uno sale de esta dacha no sabe si se va a casa o a la cárcel" y lo cierto es que el cruel dictador  ya estaba preparando esa sustitución, todos lo sabían, empezaba el complot de los médicos judíos y algunos ya estaban en el punto de mira como fue el caso de Molotov.


Nikita Jrushchov ya como Primer Secretario del Comité Central de la Unión Soviética

En este contexto, es probable que Jrushchov tuviera la intención de asesinar a Stalin, de hecho, fue quien más se benefició de su muerte al heredar el poder, por otra parte, sabía perfectamente que iba a ser relevado de su cargo y probablemente sería o ejecutado o desaparecería en la telaraña del Gulag, por lo que motivos para querer matarlo los tenía. Sin embargo, también cabe decir que él no sabía que iba a ser el sucesor el heredero de la Unión Soviética y, aunque motivos para querer verlo muerto habían, a su lado había otra persona que aún tenía más,que por otra parte, era un auténtico asesino y, sin duda, se trataba de una persona de mayor talento que Jrushchov, me refiero a Lavrenti Beria.

Se trataba de un auténtico monstruo, un sádico que ejecutó, torturó y mutiló a todo aquel que Stalin quiso. Era un pervertido, hoy en día se sabe que acostumbraba a circular en su coche de noche por las calles de Moscú, secuestraba a mujeres que luego las violaba y a menudo las mataba. No hace mucho tiempo, se encontraron restos humanos en su casa. En definitiva, un hombre despiadado, que a diferencia de sus colegas, él ya no creía en el comunismo. Llegados los años cincuenta, se dio cuenta que el sistema había fracasado y empezó a odiar a Stalin. Por lo tanto, se trata del auténtico sospechoso de asesinato.

El hijo de Jrushchov, Serguei, declaró que su padre le había dicho que Beria era el que tenía acceso a toda la información, que recibía órdenes directas del dictador, especialmente, información acerca de ejecuciones, detenciones y conspiraciones, mientras que el resto de ministros sólo conocían algunos detalles superficiales. Esto convertía a Beria en alguien muy peligroso para Stalin y puso en marcha su desaparición. 


El instrumento utilizado fue, como siempre, una nueva oleada de terror con asesinatos y deportaciones, en esta ocasión la del complot de los médicos judíos. Mientras judíos importantes de las ciudades soviéticas desaparecían, el 13 de enero de 1953 apareció un artículo en el periódico del gobierno, el Pravda, en el que se acusaba a Beria de haber descuidado su tarea de capturar a presuntos criminales. Él sabía perfectamente que significaba, por lo que existe una teoría que afirma que fue en ese momento cuando empezó a conspirar contra Stalin para asesinarlo, su vida estaba en juego.










Siguiendo con esta teoría, cierto es que hay un hecho sospechoso. Su guardaespaldas durante más de veinte años fue arrestado y dos meses y medio después Stalin murió. Según declaraciones de la hija del guardaespaldas, su padre era un ferviente creyente de su protegido y todos sabían que mientras él estuviera a su lado, nunca nadie conseguiría asesinarlo. Beria lo sabía y por ello hizo todo lo que pudo para destruirlo, según la versión de la hija del guardaespaldas. Un día lo llamaron para interrogarlo y al volver les dijo, tanto a ella como a su madre, que sería arrestado pronto y que si esto sucedía Stalin moriría. Pues lo cierto es que así fue.


El 28 de febrero de 1953 tuvo lugar la última cena del dictador. Según los archivos, todo empezó como siempre, películas y una cena repleta de alcohol y humillaciones junto con amenazas del dictador para sus colegas. Tras la marcha de los ministros bien borrachos, un nuevo guardaespaldas llamado Krustaliov indicó que el jefe estaba cansado y ordenaba que todos se fueran a dormir. Esto no había sucedido nunca, es más, parece improbable, ya que Stalin estaba obsesionado con la posibilidad de que lo matasen, principalmente en los últimos años de su vida. Todos se retiraron. Esa orden sólo la escuchó Krustaliov y muchos creen que éste seguía órdenes de Beria. Según el nieto de Molotov, éste había sido subordinado de Beria, por lo que queda demostrada la conexión y la posible subordinación. 










¿Podía ser Krustaliov un hombre de Beria? No lo sabemos, pero la sospecha existe. Pudiera haber sucedido que éste inyectara algún veneno mientras dormía. Además, el entorno de Stalin conocía el insomnio que sufría, pero no se despertó y no hubo señal alguna de actividad hasta que a las seis de la tarde del siguiente día se encendió la luz de su despacho donde se había quedado a dormir. Sin embargo, los empleados no entraron hasta que tres horas después llegó correo del comité central, una buena escusa para hacerlo.

Hacia las diez de la noche un ayudante lo encontró tirado en el suelo envuelto entre sus propios orines. Llamó a Beria quien no se personó hasta las tres de la madrugada. Para ese momento ya tenía el control absoluto de la situación y nadie tenía, a excepción de él y los ayudantes de Stalin, noticia alguna de lo que estaba pasando. Al personarse en la dacha abroncó al ayudante por haberlo llamado haciéndole creer que el jefe estaba enfermo y ordenó que le dejaran dormir. Poco después, sucede algo insólito, alguien, pero no se sabe quién, ordenó detener el desarrollo de detenciones de judíos, ¿sería Beria?

Stalin llevaba ya 12 horas en estado comatoso sin que ningún médico lo viera. Horas después llamaron a Beria, quien por fin llamó a los médicos,siendo éstos nuevos, ya que los de siempre, al ser judíos, habían sido detenidos y probablemente estaban siendo torturados. Empezaron a tratarlo, diagnosticaron el problema, pero ya poco se podía hacer, era demasiado tarde.

El comportamiento de Beria en esos momentos parece confirmar la teoría de que fue él quien planeó el asesinato. Mientras Stalin agonizaba inconsciente lanzaba todo su desdén escupiendo y maldiciendo, todo ante los hijos del dictador y el resto de ministros que formaban el gobierno que habían llegado hacia las siete de la mañana. Sin embargo, si éste despertaba y hacía algún gesto que parecía que se recuperaba, Beria le cogía la mano y la besaba rogando por su recuperación. Todo ante unos cuantos testigos que lo confirmaron después.

El archivo secreto hallado, confirma que Stalin empezó a sangrar por la boca, algo que se había ocultado en la versión oficial, lo que podría ser una señal de que había sido envenenado. Esta teoría adquiere un peso especial con otra prueba contundente. En el entierro, en la Plaza Roja de Moscú, Beria susurró a Molotov, "os he hecho un favor a todos, me he ocupado de él".





¿Beria asesinó a Stalin? No lo sabemos, porque también es cierto que las pruebas aportadas no son suficientes para condenarlo ante tribunal, ante tal hipótesis, pero no cabe duda que si alguien de su entorno podía hacerlo, ese era Beria.















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